
Nuestro Sol es una estrella un millón de veces mayor que la Tierra. Sin embargo, es la única estrella de entre las cien mil millones que conforman la galaxia de la Vía Láctea. Cada estrella es distinta de tamaño, duración, color y temperatura. Además de las estrellas, inmensas nubes de hidrógeno molecular y polvo dan vida a otras nuevas que, después, son encendidas en la nebulosa espectacular por estrellas más jóvenes.
¿Por qué un universo así? Las personas suelen preguntarse por qué ha creado Dios el universo con más estrellas que los granos de arena del mar de las playas del mundo. Después de todo, la vida humana podría haber surgido en la creación especial de una estrella y un planeta. La contestación está, sin duda, en la extraordinaria diversidad de Dios. Los cielos declaran su gloria (Sal. 19:1). Él es un artista que crea sobre un lienzo inmenso a pinceladas enormes. Celebra la diversidad haciendo un universo que comunica su grandeza, su gozo y su generosidad. Un Dios así es el que nos muestra la Biblia de principio a fin.
En todo esto, conforme Dios estructura los cielos y la tierra, y llena el vacío de diversidad, el repetido estribillo es que Dios vio que era bueno. Dios se deleita en la variedad de su creatividad.
En contraste, nuestro deleite en la avaricia destruye la pluralidad.
Todo porque no respetamos el mundo como la creación de Dios. “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan” (Sal. 24:1). No hay otro creador. Él es quien nos da el don de la ciencia y la tecnología, pero a cambio quiere que las usemos de un modo que celebre la diversidad y la generosidad.
Es una blasfemia destruir la variedad del mundo. La extravagancia y la pluralidad de la creación reflejan la gloria de Dios. En realidad, lejos de ser un texto científico árido o incluso teológico, el primer capítulo de Génesis respira adoración.
Su preocupación fundamental no es explicar el cómo de la creación, sino hacer que el lector participe de la maravilla de esta. No es para exaltar la creación en sí misma, sino una invitación a adorar al Creador. A lo largo de este libro veremos, una vez tras otra, que la Biblia no habla nunca de la doctrina de la creación por pura curiosidad intelectual. Se usa la creación para alentar a adorar, para aumentar la fe y para cambiar la perspectiva sobre nuestra vida a la luz de la naturaleza de Dios.
Para los cristianos, maltratar la creación o dedicar demasiado tiempo a debatir su edad es una equivocación. Es necesario formular la pregunta “¿Es fundamental la adoración del Dios del cielo y de la tierra para nuestras propias vidas y para nuestra iglesia local?”.
Extracto de El mensaje de la creación.
El mensaje de la creación, David Wilkinson
Este es un viaje a lo largo de la Biblia, una caminata de exploración en vez de una carrera por la autopista. El gran número y la diversidad de los pasajes bíblicos que tratan el tema de la creación subrayan su importancia central en el mensaje bíblico. Como teólogo (cuyo enfoque es la Biblia) y como eminente astrofísico (cuyo tema es el universo visible), David Wilkinson está bien situado para intentar captar algunas de las riquezas del retrato bíblico de la creación.
Según cree el autor, la clave para esta imagen es ver al Padre, al Hijo y al Espíritu en el principio, el mantenimiento y el nuevo principio de la creación, dando vida y amando con una generosidad que trasciende todo lo que podamos imaginar.