Jonás protagoniza una de las historias más conocidas de La Biblia. Y en ella se adentra Timothy Keller, escritor y pastor en Nueva York, la capital del paganismo y del libertinaje según algunas de esas caricaturas que en ocasiones Hollywood pone en boca de personajes cristianos fundamentalistas. Pero, ¿piensa Keller en Nueva York cuando escribe sobre Nínive? El autor ha manifestado públicamente su pasión por alcanzar con el evangelio a las grandes ciudades. Y de algún modo se trata de eso. Cada vez más personas vivimos en las grandes ciudades (o influenciados por ellas) a las que Dios sigue llamando a abandonar el mal para seguir el bien y la justicia.
Son cosas que nunca pasan de moda. Como el racismo, el nacionalismo o la seguridad militar abordados por Keller a la luz de Jonás. Paralelamente, el autor se adentra en asuntos más individuales, como la perenne lucha de los creyentes para confiar y obedecer a Dios. Como siempre en las Escrituras, se trata de restaurar correctamente lo personal para luego empapar a la colectividad. De eso trata el Reino, la vida. Y es que el relato bíblico tiene multitud de capas y una asombrosa habilidad narrativa de la que Tim Keller saca provecho. Los paralelismos de Jonás con otra de las historias bíblicas más populares -el hijo pródigo de Lucas 15- hacen pensar al autor que Jesús quizás tuvo a Jonás en mente cuando contó su parábola. Y lo cierto es que el profeta actúa como el huidizo hijo menor y luego como el poco compasivo hermano mayor… ¿Y acaso no caemos nosotros en lo mismo? ¿Por qué lo hacemos?
Que Dios quisiera llevar el perdón a la malvada Nínive es también una señal para ese sector religioso actual que tristemente parece en auge en su activismo contra el pecado de los otros desde una religiosa autopercepción de mayor dignidad que el ninivita de enfrente. Los Jonás abundan entre nosotros -y en algún momento todos lo somos- por lo que Keller pone su granito de arena para hacérnoslo ver. Una de mis frases favoritas del libro -y que según el autor mismo podría resumir su argumento- es que “a no ser que Jonás vea su propio pecado y sea consciente de que solo vive por la misericordia de Dios, nunca entenderá cómo Dios puede ser misericordioso con personas malvadas y seguir siendo justo y fiel”.
Que Dios desea el bien común para los humanos más allá de la iglesia es otra lección que no siempre se aborda desde los púlpitos. Pero Keller lo hace. Él se detiene, por ejemplo, en cómo el capitán de la embarcación reprende a Jonás por olvidarse de que “todos viajamos en el mismo barco”. El aislamiento respecto a la realidad circundante en la que se instalan algunas iglesias y seudoteologías es sacudida por los paganos marineros que viajan con Jonás dándonos mejores lecciones que él. ¡Cuán grande es Dios!
Keller se detiene en estas y otras enseñanzas acerca de nuestra cotidianidad que anidan entrelíneas del relato bíblico y reflexiona acerca de asuntos como por qué el pecado es malo o cómo actúa Dios incluso en las tormentas. Otros temas son la armonía entre el juicio y la misericordia, qué es la compasión, el error de la autocompasión o el uso tergiversado que hacemos de las Escrituras para justificar nuestra oscuridad interior.
Finalmente, el libro pretende ser constructivo y deriva importancia a la vivencia relacional de la fe: nuestra relación con las Escrituras, con el mundo creado por Dios y con su asombrosa gracia. Y es que Keller no muestra a Jonás como un superhéroe ni como un impresentable. Puede ser cada uno de nosotros y lo importante es que Dios está con él mostrándole grandes cosas. La misión es llevar liberación a esa Nínive en la que cada uno vive. Y eso empieza con cada uno de nosotros. Se trata de que la ciudad nos vea y que no parezca que se nos ha tragado un pez.
Luis Marián
Estudió Periodismo, y Biblioteconomía y Documentación. Documentalista en la U. Carlos III, dirigió la revista cultural Suburbios, y coordina el movimiento cultural y evangelístico Delirante.org. Es pastor de la iglesia Agua de Vida en Madrid y portavoz de la ONG Enrédate Fuencarral, por la juventud la infancia y la familia.
El profeta pródigo: Jonás y el misterio de la misericordia de Dios, Timothy Keller
Un profeta enfadado. Un enemigo temido y detestable. Una tormenta devastadora. Y el sorprendente mensaje de un Dios misericordioso a su pueblo.
La mayoría de las personas, incluso aquellas que no son religiosas, conocen la historia de Jonás: un profeta rebelde que desafía a Dios y que es tragado por un gran pez. Lo que la gente no conoce tan bien es la segunda parte de la historia: lo que le ocurre a Jonás tras salir del vientre del animal. Sin embargo, es en esta parte donde se encuentra una de las lecciones más poderosas e importantes de la Biblia.
Esta famosa historia muestra cómo, si comprendiésemos la misericordia de Dios, nos llevaría a lugares donde preferiríamos no ir, a personas por las que preferiríamos no preocuparnos y, en última instancia, a los propósitos más profundos de Dios. En un momento de creciente división, “El profeta pródigo” nos muestra el amor de Dios en medio de las personas y cómo los cristianos deben escuchar el llamado de Dios incluso cuando los lleva a lugares incómodos.