Como joven “evangelistillo” que fui y como líder de jóvenes durante muchos años, uno de los principales impedimentos que encuentro para llegar a afectar positivamente la vida de los adolescentes, ha sido –y es- la hipocresía; la falsedad de comportarse siempre como “buenos evangélicos” dentro del marco eclesial y como buenos camaleones en cualquier otro lugar; haciendo lo que se espera de ellos en cada contexto y momento específicos.
Es por ello, que reconozco lo acertado de escribir un libro al respecto y creo que será de gran ayuda a la generación adolescente y juvenil de la iglesia. Esta obra aborda el tema desde la perspectiva de alguien falso que ha sido cambiado por Dios y que, a la vez, se está rehabilitando todavía de esa práctica tan arraigada al corazón. Comienza, pues, contando su propia experiencia en la pre-adolescencia y sigue mencionando situaciones personales recientes a lo largo de todo el libro.
Nicholas, su autor, explica que la raíz del problema de la falsedad tiene que ver con un concepto equivocado de Dios y un concepto equivocado de nosotros mismos.
El recorrido por las páginas de este pequeño –pero profundo- libro, ayuda al lector a cuatro cosas, principalmente:
- Entender por qué somos falsos.
- Destruir los pensamientos erróneos sobre Dios, nosotros y la sociedad.
- Descubrir o re-descubrir la teología básica del evangelio.
- Escapar de “Villa Falsedad” para siempre.
Con un lenguaje actual y sencillo, Nick, consigue explicar magistralmente conceptos teológicos en profundidad, tales como: la santidad de Dios, su ira, su amor, su aceptación en base a la obra de Cristo, la propiciación o la justificación.
El libro consta de siete capítulos cortitos y un epílogo sumamente práctico y devocional. En cada uno de ellos, se percibe una buena teología unida a lo cotidiano. Esto se percibe en sus alusiones a películas actuales o personajes públicos que son de referencia para muchos adolescentes en la actualidad.
El objetivo final del libro es entender que, en un mundo en que el miedo a no ser aceptados nos empuja a ser unos falsos, tenemos la total aceptación de Dios en Cristo Jesús y esto nos lleva a disfrutar del amor de Dios siendo como somos: Reales.
Israel Montes