“Hombres corruptos de entendimiento… toman la piedad como fuente de ganancia, pero gran ganancia es la piedad acompañado de contentamiento, porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Tim. 6:5-8).
“La piedad acompañada de contentamiento”. Esta es una frase muy interesante. Es contentamiento con lo básico de la vida. Tenemos que tener la actitud que lo mínimo es suficiente. Y si este mínimo está acompañado con una rica vida espiritual, podemos estar muy felices. Lo que quita el contentamiento es una actitud de queja por no tener más. El deseo de más cosas crea en nosotros insatisfacción. Somos ricos si tenemos mucha espiritualidad y lo básico de las cosas materiales cubierto.
En seguida surge la pregunta, ¿qué pasa si alguien carece de sustento y abrigo? Debido a la crisis, hay gente que no tiene lo necesario para vivir. Pablo contesta a esta pregunta indirectamente cuando dice: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, no pongan la esperanza en la riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos…” (1 Tim. 6:17, 18). Los ricos tienen la responsabilidad de ayudar a los pobres. En la iglesia primitiva había ricos y pobres. Los pobres tenían que estar contentos con sus necesidades cubiertos y los ricos tenían que asegurar que fuese así. Los pobres no tenían que estar envidiosos de los ricos, ni tenían que exigir nada de ellos, sino de esperar en Dios “que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”.
“Pero, si tengo lo mínimo, no tengo abundancia”, podría decir alguno. No importa, puedes estar contento de todas modas. No requiere mucho para estar contento. El Señor quiere que estemos contentos, que disfrutemos de lo que sí tenemos, que veamos que ha venido de Él, y que seamos agradecidos. Esta es una forma de cristianismo muy práctico. El rico comparte y el pobre está feliz. El uno aprende a no ser egoísta, sino dadivoso, y el otro aprende a no estar quejoso, sino contento. La piedad con contentamiento es gran ganancia.
¿Estás tú feliz en el Señor, o necesitas otra cosa para estarlo?