Doctrinas de demonios

Margarita Burt

“Porque el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la consciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Tim. 4:1-3).

Este pasaje es un poco fuerte. ¡Enseña que los que prohíben casarse y mandan abstenerse de ciertos alimentos, han abandonado la fe, que están siguiendo espíritus engañadores, que sus enseñanzas proceden de demonios, que son hipócritas y mentirosos, y que tienen la consciencia cauterizada!  Están enseñando en contra de la comida y el sexo. Los demonios están interesados en el sexo y la comida, porque el mal uso de estas dos cosas afecta la salud y contamina el cuerpo. La persona que come mal tiene menos salud para servir a Dios, y la persona que no se casa, bajo la influencia de demonios, fácilmente cae en la promiscuidad o la homosexualidad, cosa que hemos visto en las religiones que enseñan estas cosas.

Cuántas personas caen en una u otra de estos dos errores, el no tener la comida o el sexo en su debido sitio. Detrás de todo desequilibrio en las dos áreas está el maligno.

Además, estas doctrinas falsas comunican un concepto erróneo de Dios: que Él es un Ser severo y austero que no quiere que sus hijos disfruten de lo bueno, que retiene sus dones a los que profesan fe en Él, y que es servido negando lo que Él mismo ha provisto. ¿Para qué va a crear Dios algo, declararlo bueno, y luego prohibir su uso legítimo?  No tiene sentido.

“Los que han conocido la verdad” saben que el matrimonio es bueno: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Heb. 13:4).  Lo que no es bueno en absoluto es el sexo fuera del matrimonio. Es dañino. Destructivo. A lo largo, la práctica del sexo fuera del matrimonio crea adicciones e imposibilita a la persona que lo practica para casarse. Se encuentra incapaz de dejar la promiscuidad y limitarse a una sola mujer, a no ser que haya en él un profundo arrepentimiento y una obra grande de sanidad por el Espíritu de Dios.

Tanto la comida como el matrimonio son santificados por la Palabra de Dios y la oración, la acción de gracias a un Dios que ha creado todo para el bien y el disfrute de sus Hijos. Cualquier otra enseñanza es doctrina de demonios.

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