«Cómo Jesús transforma los Diez Mandamientos»

Cristo cumple la ley, pero no al reducirla, sino al hacerla más profunda y al ampliarla. En cada uno de los Diez Mandamientos, no solo vemos órdenes negativas, sino también exigencias positivas.

No tener otros dioses implica amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerza y mente.

No adorar a ídolos significa honrar y venerar a Dios como Creador y Redentor en cada uno de nuestros pensamientos, llevándolos cautivos a Cristo.

No usar el nombre de Dios en falso quiere decir honrar su nombre en todo momento durante nuestras vidas y confesarlo tanto con el testimonio de nuestras palabras como con el de nuestras acciones.

Recordar el Sabbat significa encontrar nuestro gozo y descanso en servir al Señor y a su reino no solo un día a la semana, sino los siete.

Honrar a tu padre y a tu madre es aceptar y promover los valores familiares que Dios estableció en la creación y honrar a todos los miembros de la familia de Dios.

No matar implica amar y proteger la vida, así como la imagen de Dios en el hombre.

No cometer adulterio significa mantener nuestros corazones puros de la lujuria y de una sexualidad retorcida que satisface nuestros apetitos. También implica situar el amor de Dios por encima de todos los amores.

Dejar de robar no es suficiente para obedecer el mandamiento de Dios, sino que requiere que trabajemos de manera que ganemos el dinero necesario para ser generosos y desprendidos en nuestra manera de dar a aquellos que pasan necesidad.

No dar falso testimonio implica que en cada situación debemos honrar la reputación de aquellos a nuestro alrededor y negarnos a deshonrar de ninguna manera su reputación debido a nuestras palabras. También significa que nuestras palabras deben dar testimonio de la verdad de Dios y de la persona de Cristo.

No codiciar significa que nuestros corazones deben estar totalmente centrados en el bien del reino y no prestar ninguna atención a las implicaciones materiales de esa pasión.

¡Es imposible cumplir los mandamientos! La ley aparece en las epístolas como la ley “en el Señor” (Ef. 6:1). Un día, todos estaremos ante el tribunal, no de un juez con los Diez Mandamientos colocados en la pared detrás de él, sino del Autor de estos mandamientos. Alaba a Dios porque Cristo no solo ha intensificado los Diez Mandamientos, sino que los ha transformado y cumplido en su justicia. La ley se transforma en la plena medida del amor de Cristo. El amor que cumple la ley es el amor por el que Cristo se ofreció a sí mismo para redimir a aquellos que el Padre le había entregado y el amor por el que el Padre dio a su único Hijo.

Cristiano, ¡ten ánimo! Cristo ha cumplido la ley por ti, y en esta confianza y libertad Cristo consigue que, por el poder del Espíritu, puedas agradar a Dios y poner en práctica en tu vida lo que Dios quiere de ti. No lo harás de forma impecable, pero no tienes que hacerlo a la perfección, ya que Dios te ha visto a través de Cristo y te ha perdonado. Por tanto, reflexiona sobre todo lo que Cristo ha hecho por ti al cumplir íntegramente cada uno de los mandamientos de Dios, alégrate hoy y estate dispuesto a llevar a cabo las obras que Dios ha dispuesto de antemano para ti, sabiendo que Dios ya te ha preparado a ti para llevarlas a cabo.

 

Este es un fragmento de Cómo Jesús transforma los Diez Mandamientos, Edmund P. Clowney y Rebecca Clowney Jones

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