El duelo por un hijo está entre las mayores experiencias traumáticas que una persona puede afrontar. Probablemente, como refleja la autora, es posible que sea una pérdida que deje sus secuelas para toda la vida.
El libro Cicatrices en nuestras familias contiene un material útil para muchos. Los primeros beneficiados serán aquellos que sufren por una pérdida de este tipo, ya que aquí encontrarán donde ubicarse, donde comprender las emociones, los pensamientos, las luchas, las incomprensiones de los demás y las ayudas para sobrellevar el dolor ineludible. Pero también es idóneo para los que acompañan al que sufre, ya que desde la distancia emocional que tienen, pueden comprender algo, solo algo, de lo que les está pasando, y sobre todo, más que comprender, aprender a acompañar a la persona, ya sea amigo o familiar, de manera que se le ofrezcan momentos de alivio y poder evitar al máximo agravar el dolor. Terapeutas y pastores pueden también encontrar en este libro, una guía para acompañar y favorecer la recuperación, en el largo proceso de sanidad que van a requerir personas en un duelo de estas características.
Por lo tanto, tenemos en nuestras manos un libro que nos ofrece pautas en cuanto a qué hacer y qué no hacer, respetando la individualidad en un proceso de sufrimiento complejo como este, planteando siempre el reto de la personalización para hacer una intervención más eficaz.
Con todo, lo que hace valiosísimo este material, son los testimonios narrados. Se agradece el valor de todas aquellas personas que relataron sus experiencias, es un tesoro. Asimismo, es de destacar el trato respetuoso y Cristocéntrico que hace la autora. Lidia recoge cada caso con mucha sensibilidad y cariño, o eso es lo que emana de los comentarios que hace de cada historia. A través de este libro no solo conocemos sobre el duelo tras pérdida de hijos, también conocemos algo de las vidas de las personas que lo han experimentado, y en esta ocasión, la autora nos deja ver aspectos de sí misma, que son de agradecer. Esa apertura genera vulnerabilidad que hace todo más humano, más cercano y más genuino. Lidia sabe combinar lo personal, lo profesional y lo espiritual. Consigue esa integración tan sana entre la psicología y la Fe, que cuando van juntas, se tornan en un gran potencial para el crecimiento y la sanidad de la persona.
Finalmente, es sobresaliente el enfoque evangelístico en cada capítulo del libro. Constantemente Lidia nos vuelve a la Cruz, a Cristo, al Evangelio… Apoyada en las propias experiencias narradas, nos acerca a la relación personal con Dios, como elemento clave en la búsqueda del sentido de todo lo que nos pasa, o de la paz que es posible aún en situaciones de aparente sinsentido.
Mi agradecimiento y felicitación a las familias protagonistas, a la excelente escritora, y a Publicaciones Andamio, así como al Grupo de Psicólogos Evangélicos de España, por sacar adelante tan valioso material, que recomiendo leer y conservar para consulta, ya que recoge experiencias que fácilmente vamos a encontrar en nuestras propias familias o “prójimo” al que somos llamados a tratar con amor.