¿Cómo podemos afrontar la ofensa sin dañarnos?

Podríamos decir de la ofensa que es como un filtro que deja fuera todo lo bueno, lo noble y lo amable de la persona que nos ha ofendido. De hecho, cuando alguien nos ofende, solo podemos ver todo lo negativo de esa persona. Y desgraciadamente, además de dejar de lado las buenas cualidades del ofensor, se queda dentro del ofendido la desconfianza, la mezquindad y muchos restos de basura emocional.

La ofensa nos ata a ella y nos impide avanzar en nuestro caminar diario. Nos hace incluso enfermar por la fuga de energía causada por el gran estrés que nos genera.

La Biblia nos exhorta a guardar nuestro corazón, es decir, guardar con mucho cuidado el centro de control de nuestras emociones para evitar que aniden raíces de amargura que nos contaminen.

Por esa razón, bajar el estrés y relajarnos es indispensable para tranquilizar el corazón, y lo conseguiremos más fácilmente si tenemos ratos a solas con Dios, si pasamos tiempos en silencio y si desarrollamos una mayor sensibilidad para conectar con lo que debemos ser. En resumen: estar quietos y conocer a Dios (Salmos 46:10) será una buena forma de obedecer al sabio Salomón de “guardar el corazón”.

Ante una ofensa:

  • Debemos identificar, lo antes posible, la emoción que nos produce y ponerle el rótulo de lo que realmente sentimos: rabia, ira, vergüenza, etc.
  • A partir de ahí, cuando ya sabemos lo que nos inunda el alma, debemos asumir la responsabilidad de nuestras propias acciones y mantener la cabeza fría, sabiendo que cualquier contra-reacción puede tener serias consecuencias.
  • Estemos alerta ante aquellas cosas que nos incomodan y tienen la posibilidad de llevarnos a pecar de ira excesiva, a fin de establecer estrategias de actuación de forma preventiva.
  • Debemos tomar conciencia de las respuestas del cuerpo ante la ira o el enfado y tener vías de salida antes de vernos dominados y controlados por ella.
  • Hemos de tomar distancia emocional y física, si es necesario, y practicar la mansedumbre.

También te recomiendo otra estrategia para cuando alguien te ofenda: pregúntate qué le habrá pasado para que esa persona sea así. ¿Habrá sido ella gravemente ofendida? ¿En qué grado? ¿Habrá sido amada, ignorada o maltratada? ¿Habrá sido educada para gestionar mal su caos emocional? ¿Puede su historia justificar una vida dedicada a la ofensa? ¿Tiene recursos para gestionar su confusión y saber qué hacer con el resentimiento, antes de que aparezca el odio?

Por lo tanto, huyamos de vivir crónicamente ofendidos u ofendiendo, porque esto supondrá un freno para nuestro bienestar. La Biblia, en las cartas de Pablo, nos insta a ser amables y no iracundos cuando nos dice: “[…] vuestra gentileza [amabilidad] sea conocida de todos los hombres”. Y también nos insiste: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo Jesús” (Efesios 4:32).

Este fragmento corresponde a Psicología para la vida diaria


Psicología para la vida diaria
Consejos psicológicos y bíblicos para enfrentar los problemas emocionales
Ester Martínez y Eduardo Bracier

En los primeros dos capítulos de este libro se trata la temida trilogía del estrés, la ansiedad y la depresión, para seguir con otros temas como el duelo, la amargura, la ira, el perfeccionismo, las relaciones personales problemáticas… Los autores combinan consejos muy prácticos para el día a día que han enraizado, como acostumbran a hacerlo, en la Palabra de Dios.

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