«En busca de la verdad» ofrece principios que nos permiten pensar bíblicamente

 

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Daniel Benitez, reseña el libro En busca de la Verdad de Derek Bigg.

 

«Aunque este libro no está dedicado propiamente a la predicación, creo que es una obra muy útil para todos aquellos que estudian las Escrituras con el propósito de enseñarla con fidelidad. En estos tiempos de tanta confusión se hace imprescindible tener un “marco” que nos permita “pensar teológicamente”.

EL AUTOR Y SU OBRA

Los que conocen bien a Derek Bigg dicen de él que es un “teólogo bíblico, exegético, minucioso, equilibrado, que trata de llegar al fondo de la enseñanza de la Escritura con el rigor y exactitud de un científico”… mantiene en equilibrio el aspecto de continuidad y discontinuidad de los dos Testamentos, Antiguo y Nuevo, sin confusión ni eliminación, resaltando el aspecto de lo nuevo del Evangelio. Frente a la esquizofrenia de la teología moderna, perdida en el campo del subjetivismo, Bigg antepone la racionalidad de la revelación, “aceptar sin reservas el concepto histórico de la Biblia como una infalible revelación escrita por Dios”.

Fiel a su estilo riguroso, el autor nos enfrenta en este libro suyo con la necesidad de hacer un trabajo minucioso, serio, coherente, por mucho esfuerzo que esto requiera. Pero hemos de hacerlo si no queremos caer en errores que nos desvíen a nosotros y a los que nos escuchan de lo que es la sana doctrina de Dios (2ª Ti. 1.13). El aceptar, como lo hace el autor, que la Biblia es la Palabra de Dios permea todo sus planteamientos. No tenemos más remedio que aceptarlo también nosotros si queremos disfrutar con el mensaje eterno de Dios.

Estamos pues ante una obra en la que el autor demuestra en la práctica lo que se dice de él. Este libro es un buen ejemplo de lo importante que es percibir las continuidades y las discontinuidades que existen entre los dos Testamentos. El no hacer estas diferencias es lo que provoca no pocos de los malos entendidos entre los exégetas de las Escrituras y por extensión entre los predicadores que ofrecen una enseñanza sesgada de las mismas.

Por lo anterior y por los puntos de valor que enumeraremos a continuación, creemos que este libro debe ser estudiado y meditado con atención y puesto en práctica con rigor.

 

PUNTOS DE VALOR DE ESTA OBRA

En primer lugar, debemos decir que esta es una obra que nos permite contestar a esa gran pregunta de “¿Qué es la Verdad?”. Podemos afirmar esto porque nos proporciona herramientas para llegar a la Verdad que Dios quiere trasmitirnos a través de la Biblia. Aún siendo conscientes de todas nuestras limitaciones intelectuales y espirituales, el autor ofrece herramientas prácticas para poder llegar a conocer las enseñanzas concretas de la Biblia y para poder tener una línea equilibrada y moderada en temas polémicos que surgen en la vida cristiana.

Pero sobre todo, el primer valor de este libro, es que, como dice el mismo autor, nos ofrece principios que generen un marco que nos permita pensar bíblicamente. Esto es más necesario en la medida en que hoy en día muchos cristianos al encarar la lectura bíblica y su estudio están más dispuestos a ser guiados por otros criterios como la comodidad, las preferencias personales, las justificaciones de doctrinas que no tienen mucha base bíblica. Este libro nos ayuda a entrenar nuestra mente a pensar, en primer lugar, y además a hacerlo de forma coherente con las Escrituras.

En segundo lugar, y en relación a lo anterior, es muy de agradecer que el autor ponga el “dedo en la llaga” y apunte a una de las prácticas más peligrosas que vemos en el campo evangélico hoy en día, en relación a la aplicación de las Escrituras: “La Teología del Ejemplo”. ¡Cuántos cristianos hacen lo que hicieron otros, dicen lo que dijeron otros! Y esto sin pensar en las diferencias de tiempo, sin trabajar para percibir los principios teológicos y las enseñanzas espirituales que trascienden el tiempo y que son las que verdaderamente nos deben guiar en la aplicación de lo que leemos. ¡Cuánto se enseña de un texto sin tener en cuenta para nada el contexto! Para el autor que llama a esta actitud “tratamiento atomista”, como para cualquier estudioso serio de las Escrituras, este sería el primer asunto en el que debemos concienciarnos: estudiar un texto dentro de su contexto. Este es el primer “remedio” de los aportados por el autor para hacer frente a los errores de la Teología del Ejemplo que mencionamos anteriormente.

En tercer lugar, un gran valor de este libro es el uso destacable de la Teología tanto Bíblica como Sistemática a lo largo de todo el libro. En cada uno de los temas prácticos desarrollados en la segunda parte del libro, hace una exposición muy interesante enriquecida por las aportaciones de la Teología Bíblica que nos acercan al contenido de las Escrituras en cada tema a lo largo de la historia de la Revelación divina. En base a ese conocimiento, el autor construye una Teología Sistemática que nos ayuda y prepara para aplicar de una manera coherente y práctica las enseñanzas de la Palabra de Dios a nuestras propias vidas y circunstancias, como vemos por ejemplo en el tema desarrollado acerca de la “Guía divina” o en el del Trabajo. Especialmente instructiva es la aportación de la Teología Bíblica en el tema de la Ley y al de los Diez Mandamientos. A la riqueza de estas aportaciones contribuyen los principios teológicos estudiados aportando cada uno de ellos aspectos necesarios para la correcta visión del tema.

El cuarto aspecto a destacar, como punto de valor de este libro, es la segunda parte del mismo, en la que se estudian cinco temas que presentan cierta polémica o que dan lugar a ciertas interpretaciones no muy ortodoxas por parte de algunos. En el estudio de estos cinco temas lo que el autor hace es aplicar en la práctica los seis principios teológicos estudiados en la primera parte del libro.

Este método tiene una ventaja muy especial: ayuda a llenar un vacío teológico que puede existir en algunos casos, como se ha visto en el tema de la guía divina. Por otro lado, aplicar los seis principios teológicos a estos temas dificultosos ayuda a construir un “edificio teológico” adecuado que deje fuera planteamientos erróneos o por lo menos no muy ajustados a lo que podemos descubrir en base a la teología bíblica y sistemática. Esto lo podemos ver ilustrado muy bien en el tema de la Ley o de los diezmos. En estos tiempos de la iglesia cristiana, están haciendo aparición doctrinas (evangelio de la prosperidad, declaraciones proféticas que no “requieren cumplimiento por parte de Dios”, falsa guía basada en llamamientos, profecías y sentimientos, etc.) que están promoviendo una gran inmadurez espiritual en los cristianos. Todo esto tiene una contestación sólida, coherente y sobre todo fiel a las Escrituras por parte de este libro, que lo que busca es que los cristianos pongan todo su esfuerzo en aplicar correctamente la Palabra de Dios a sus vidas.

Finalmente, hay un aspecto muy importante para mí. El autor de este libro nos demuestra que cuando hacemos el esfuerzo por realizar un estudio serio de la Escritura, si aplicamos los principios teológicos, si creamos un marco para pensar e interpretar la Biblia de forma teológica y bíblica (valga la redundancia) podemos llegar a puntos de vista y conclusiones que estén totalmente alejadas de las que hemos asumido de forma tradicional. El autor nos propone planteamientos que nos dan un nuevo enfoque para llegar a nuevas conclusiones más acordes con lo estudiado en las Escrituras. Esto lo hemos podido comprobar, por ejemplo, en temas como el de la Guía divina en el que, como señala el propio autor, habría que hablar más bien de decisiones tomadas en la santidad y en el deseo de hacer la voluntad conocida de Dios. Esto igualmente lo vemos al desarrollar el tema de las ofrendas, en las que ya no encaja tanto el diezmo estricto como el dar en función de lo que el Señor nos ha bendecido sin importar tanto la cantidad o el porcentaje a dar, como la calidad de nuestra ofrenda y de nuestro corazón.

Cuando existe un marco para pensar de forma teológica, debemos estar dispuestos a abandonar nuestros presupuestos basados en la tradición o en una interpretación sesgada de la Biblia y adherirnos al enfoque correcto aunque esto nos suponga una “revolución”, o por lo menos, un cambio en nuestra forma de pensar.

 

TOTAL PERTINENCIA Y ACTUALIDAD DE ESTE LIBRO

Por todo lo anteriormente explicado, estoy convencido de la total pertinencia y actualidad de la presente obra en el panorama evangélico actual. La Iglesia de Dios en la actualidad necesita autores valientes, serios, coherentes, que estén dispuestos a denunciar el error, a poner el dedo en la llaga de las malas prácticas teológicas de muchos que se llaman maestros. Necesitamos con urgencia crear este marco teológico en el que pensar de forma coherente.

En concreto los seis principios teológicos aportados en la primera sección son imprescindibles hoy en día si queremos hacer una exégesis coherente de las Escrituras porque nos hacen ver, sobre todo, las relaciones que debe haber entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Bastantes de los errores doctrinales que estamos viendo en las Iglesias cristianas hoy en día vienen como consecuencia de no tener en cuenta estas diferencias de contexto tanto histórico como espiritual.

De ahí que esos 6 principios teológicos sean tan vitales hoy en día porque marcan los linderos que no se pueden cruzar si no queremos caer en errores graves de interpretación.

El autor nos hace conscientes en esta segunda parte del libro, de la importancia que tiene para todo estudiante y predicador de las Escrituras el manejo adecuado tanto de la Teología Bíblica como de la Teología Sistemática. Es fundamental conocer bien el contenido de las doctrinas tal como la presentan las Escrituras y cuáles son las relaciones entre ellas, antes de dar un veredicto final en cualquier tema que se nos presente.

 

CONCLUSIÓN

Este libro como dice José María Martínez en el prólogo “vale mucho más de lo que cuesta”. El beneficio que se obtendrá de su lectura y meditación finalmente habrá merecido la pena. Porque lo que está en juego es la coherencia de la misma Iglesia de Dios y la base en la que ella está soportando sus convicciones. Es una pena que muchos dan por entendido que son obedientes a la Palabra de Dios y la tienen como norma única de fe y de ética, asumiendo así los principios de la Reforma. Pero tristemente a la hora de la verdad comprobamos que nuestras convicciones y sobre todo nuestras aplicaciones prácticas de las mismas en la vida diaria de la Iglesia dejan mucho que desear porque están muy distantes y son muy distintas de las que extraemos de la misma Palabra de Dios después de hacer un estudio serio, sistemático y coherente de la misma.

Por ello, estamos convencidos de que la lectura, estudio, meditación y aplicación de los principios presentados en el contenido de este libro nos parecen sumamente necesarios, por no decir urgentes para el devenir de la Iglesia en los próximos tiempos».

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