Por amor a Dios: 1 de enero

En el libro Por amor a Dios, puedes seguir un plan de lectura bíblico en un año, leyendo cada día cuatro capítulos de la Biblia, a los que  Donald Carson, añade una pequeña reflexión. Hoy comienza el devocional para apasionarnos por la Palabra de Dios y os dejamos con la primera reflexión del año. ¡Feliz 2014!

1 de enero
Génesis 1 | Mateo 1 | Esdras 1 | Hechos 1

Estos cuatro capítulos describen nuevos comienzos, pero la primera lectura -Génesis 1- narra el origen de todo lo creado en el universo.

En principio, este capítulo, y las líneas de pensamiento que desarrolla, establece que Dios es distinto del universo que crea y, por tanto, el panteísmo queda descartado; que la creación original era buena en su totalidad y, por consiguiente, el dualismo queda al margen; que, según se declara, los seres humanos, varón y hembra, son los únicos hechos a imagen de Dios desmintiendo así toda forma de reduccionismo que afirma que somos par- te del reino animal y nada más; que Dios es un Dios que habla, refutando cualquier noción de un Dios impersonal; que él ha hecho todas las cosas de forma soberana, incluidas todas las personas, por lo que se niega todo concepto de deidades meramente tribales.

Algunos de estos y otros temas relacionados quedan perfectamente cla- ros por los autores bíblicos posteriores cuando reflexionan sobre la doctrina de la creación y ofrecen un sinfín de conclusiones de valor incalculable. La gloria total del orden creado da testimonio de la de su Hacedor (cf. Sal. 19). El universo existió por la voluntad de Dios, a quien se adora de manera incesante por ello (cf. Ap. 4:11). Que Dios haya creado todas las cosas habla de su trascendencia; es decir, que está por encima de este orden creado, del tiempo y del espacio, y, por tanto, no puede ser domesticado por ninguna cosa que este contenga (cf. Hch. 17:24-25). Él creó todas las cosas y sigue gobernando sobre su totalidad, mostrando así que el racismo y el tribalismo deben ser rechazados (cf. Hch. 17:26). Además, si hemos sido hechos a su imagen, resulta absurdo pensar que podamos representarle de manera adecuada con cualquier imagen inventada por nosotros (cf. Hch. 17:29). Estas y muchas otras nociones quedan aclaradas en Escrituras posteriores.

Una de las implicaciones más importantes en la doctrina de la creación es la siguiente: es el fundamento de toda responsabilidad humana. El tema es recurrente en la Biblia, a veces de manera explícita y otras por implicación. Solo por poner un ejemplo, el Evangelio de Juan comienza con la de- claración de que todo lo que fue creado existió por mediación del “Verbo” de Dios, que se encarnó en Jesucristo (cf. Jn. 1:2-3, 14). Sin embargo, esta observación establece el escenario para una acusación devastadora: cuan- do este Verbo vino al mundo, aunque el mundo fue creado por medio de él, el mundo no le conoció (cf. Jn. 1:10). Dios nos hizo para que fuésemos su “imagen”, para su propia gloria. Lejos de ser una medida de madurez, ima- ginar que somos autónomos no es más que la mayor señal de nuestra rebe- lión, la bandera de nuestro rechazo de la verdad (cf. Ro. 1).

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