Ruth Valerio en su libro, nos reta a cuestionarnos, incluso a cambiar hábitos y rutinas en nuestro día a día, para que nuestra vida sea Una vida justa y sencilla, en un mundo donde reinan el consumismo y la globalización.
Es un libro que no te deja indiferente. Como cristianos nos enfrenta a la cruda realidad que existe en nuestras vidas, una máscara voluntaria o involuntaria que nos ha hecho inmunes a las injusticias sociales y ecológicas de las que somos «autores activos» al dejarnos llevar por una sociedad consumista y egoísta.
El libro se divide en tres partes. En la primera parte, Valerio nos contextualiza la realidad en la que nos encontramos actualmente. Nos habla de diferentes tipos de globalización, desde la globalización económica y tecnológica, hasta la globalización cultural, donde nos introduce un concepto muy interesante que me llamó la atención «irresponsabilidad organizada» (p.68). «En la esencia de esta ‘irresponsabilidad organizada’ hallamos una ausencia de relaciones, dado que nadie ama lo que no conoce» (p.69). Nos habla de la importancia de hacer raíces en un lugar para establecer relaciones reales y a largo plazo. En esta primera parte nos introduce el concepto del consumismo y nos reta a los cristianos «nacidos de nuevo» (p.120) con una pregunta «¿cómo puede alguien funcionar bien como consumidor (y, en realidad, hasta qué punto debe hacerlo) cuando su identidad primaria es la de seguidor de Jesucristo?» (p.95). Esta pregunta marca el ritmo del resto del libro.
En la parte central, quizás una parte más densa y teológica, Valerio nos plantea dudas, conceptos, y paradigmas que quizás no nos habíamos planteado antes como: el monaquismo, ¿opción alternativa de vida en un mundo narcisista? o ¿es pecado ser rico y cristiano? A través de Tomás de Aquino y otros filósofos y teólogos, nos presenta los conceptos de templanza, justicia y el progreso humano. La autora engloba todos estos conceptos en la palabra «eudaimonia». «La realización personal solo se puede encontrar cuando nuestra vida se vuelca en otros, practicando la justicia» (p. 244).
Finalmente, llegamos a la parte quizás más esperada del libro, la parte más realista y práctica, la parte en la que, si no lo ha conseguido antes (durante nuestra lectura del libro), nos va a hacer replantearnos muchas cosas de nuestra vida, tanto personal como comunitaria y eclesial. En esta última parte nos reta desde dejar de consumir productos que no sean fairtrade (por amor a las otras personas, incluso hermanos nuestros), a consumir menos carne y de proximidad o al activismo real e implicación en las comunidades locales.
Y el libro termina, yo creo, con la consecuencia de todo esto y lo más importante. El buen uso del tiempo. Si nuestra vida fuera más justa y sencilla… quizás nuestro tiempo con Dios sería cada vez mayor y en nuestro día a día dejaríamos de reflejarnos a nosotros mismos y pasaríamos a reflejarlo a Él. Al fin y al cabo, ¿para qué estamos en la Tierra, para complacernos a nosotros mismos o para complacerlo a Él?
Esther Fornos ha estudiado biología y, a parte de la naturaleza, tiene una gran pasión por las manualidades, la fotografía y todo lo que deje fluir su creatividad. Es la persona que está detrás de los diseños, las serigrafías y las confecciones de los productos de la marca Mixomoixaines, dirigida sobre todo al público femenino e infantil.