¡Lo reconozco! Yo tampoco compraría un libro con este título. Como todos los que escribió Packer, son difíciles de traducir. Y lo que es peor, no te dan idea de lo original de su contenido… ¡Déjame explicarte porque esta es una obra única!
Si te digo que es un libro sobre la santidad, pensarás lo que algunos dicen estos días al recordar a Packer, que era un predicador preocupado por la falta de santidad que veía en la iglesia. Lo que pasa es que ni él era un predicador o pastor de iglesia, ni escribió sobre la santidad porque viera falta de ella, sino porque desde que se convirtió con estudiantes cristianos en Oxford durante la Segunda Guerra Mundial, observó que en el mundo evangélico había un concepto equivocado de santidad.
Cuando Packer llega a la fe cristiana en la universidad, el movimiento de estudiantes evangélicos estaba dominado por lo que él llama “la enseñanza de la vida cristiana victoriosa”. Esta tradición se solía relacionar entonces con una conferencia que había en la región de los Lagos de Inglaterra desde el siglo XIX, llamada Keswick. De allí salieron sermones y libros que llamaban a la “consagración” de los cristianos. La idea era cómo librarse del dominio del pecado por una relación más estrecha con Cristo Jesús, para recibir la plenitud del Espíritu, a la que hace referencia el título.
Packer vivía como muchos de nosotros, la realidad del poder del pecado, a pesar de ser cristiano. Se sentía fracasado. Y sus intentos de “rendirse totalmente” le llevaban a una frustración mayor, sintiéndose dominado por “la carne”. Los responsables del movimiento de estudiantes evangélicos le recriminaban que los sábados fuera a tocar jazz con su banda, en vez de escuchar a los predicadores de santidad que invitaban, pero él prefería ir el domingo por la noche a la predicación evangelística que organizaban en alguna de las iglesias de la ciudad. Sentía la tensión entre la doctrina y la experiencia…
Su libro no es solo el testimonio personal de cómo encontró la solución a este problema, sino un profundo estudio teológico de las raíces del “perfeccionismo” en la tradición evangélica, que suele apuntar a Wesley y la ambigüedad como habla de la liberación del pecado consciente. Packer hace una cuidada exégesis de los capítulos 7 y 8 de Romanos, pero se atreve incluso a hacer una valoración positiva de la enseñanza pentecostal y carismática, no viniendo él de ningunos de los dos ámbitos.
Como siempre, Packer no decepciona. Es brillante y original, siempre impredecible. Tiene ese lenguaje preciso, pero sencillo; conciso, pero profundo. Muestra una inteligencia y sutilidad, que ya no se encuentra en el mundo evangélico. Todo se ha vuelto gris y aburrido, o simple y exagerado. Algunos suspiramos por su frescura e ironía, su fidelidad y apertura mental. Por lo menos, ¡nos quedan sus libros!
José de Segovia
Caminar en sintonía con el Espíritu, J. I. Packer
J. I. Packer busca ayudar a los creyentes a reafirmarse en el llamamiento a la santidad, atentos a la función que desempeña el Espíritu en el nuevo pacto con Dios. Packer nos muestra la riqueza y profundidad de la obra en acción del Espíritu, evaluando para ello las facetas de la santidad y de los carismas, permaneciendo Cristo en todo momento en el centro y fundamento de un genuino ministerio del Espíritu. Un capítulo complementario analiza la seguridad con que el cristiano puede contar.
Relevante y pleno de significado, este libro aporta un conocimiento vital para una vida cristiana sana y gozosa, mediante el conocimiento y experiencia propia de Dios Espíritu Santo. Un libro que el creyente comprometido leerá una y otra vez.