El Evangelio según San Mateo (1ª parte)

Margarita Burt

El evangelio de Mateo es llamado “el evangelio del Reino”. Está dividido en dos partes: antes de que los discípulos supiesen quién es Jesús y después. Su autor es un ex-publicano, enemigo del estado, convertido en seguidor de Jesús. Es un hombre educado, inteligente y brillante. Escribe para judíos para convencerles de que este hombre que parecía uno más, es en verdad el Mesías que ellos esperaban, el cumplimiento de sus Escrituras, ¡y además el Hijo de Dios! Tiene una tarea difícil delante, puesto que estas afirmaciones les suenan a blasfemia. Y, es más, quiere convencerles que Jesús vino para establecer un reino que no es político, no pretende derroca a los romanos para establecer su sede en Jerusalén, e incluye a gentiles, ¡esto ya era demasiado!  Pero, si conoces a este Jesús, ¡creerás!

Empieza su evangelio del reino hablando del Rey. Puesto que el Mesías que ellos esperaban tenía que venir de la línea de David, comienza con su genealogía (Mat. 1:1-17) para establecer sus credenciales. El Rey es humano, es “hijo de David”, pero también divino, el Hijo de Dios, engendrado por el Espíritu Santo. Es Emanuel, “Dios con nosotros”. Ya en el segundo capítulo le presenta como el Rey de los judíos, a través de la visita de los magos del oriente. Cumple la profecía y nace en Belén, un requisito del Mesías (Mat. 2:1-6). Sus pretensiones vienen confirmadas por su nacimiento, por las Escrituras, por la estrella, por sueños, por ángeles, y por profecías en el templo.

Un rey necesita un heraldo, y lo tiene en Juan el Bautista quien le prepara el camino. Predica a las masas para que vean su pecado y los llama al arrepentimiento. Con reticencia bautiza a Jesús juntamente con los pecadores. El cielo se abre y desciende el Espíritu Santo sobre Jesús para capacitarle para su ministerio. Una voz del cielo anuncia: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mat. 3:17). En su bautismo, Jesús ya ha tomado otro paso en su descenso: se identifica con los pecadores, bautizándose como uno de ellos en anticipación del día cuando llevará su pecado en su lugar en una cruz.

La voz ha citado dos textos de las Escrituras (Mat. 3:17), uno que se refiere a Jesús como Hijo de Dios y otro que habla de su misión como el “Siervo sufriente de Dios”. Hay que meditar sobre esto. ¿Cómo se compaginan? El Espíritu le lleva a Jesús aparte, al desierto, para meditar y ser tentado. ¿Cómo va a establecer este reino? ¿Dando de comer a la gente para hacerse popular? ¿Tirándose del templo, haciendo milagros y espectáculos? ¿Adorando a Satanás, es decir, usando los métodos de los políticos de este mundo para conseguir el poder? No; solo hay un camino, el de la Cruz.

Mateo quiere que veamos que Jesús es el segundo Israel. Israel salió de Egipto, fue bautizado en el mar y tentado en el desierto donde recibió la ley. Así que, Jesús sale de Egipto, es bautizado, va al desierto, y da la Ley del Reino, el Sermón del Monte. Este mensaje empieza con “el evangelio del Reino”, las bienaventuranzas (Mat. 5:1-12). Hay que reconocer nuestra pobreza espiritual, llorar, humillarnos, desear ser justo, ser misericordioso con otros, tener un corazón limpio, y así, obtener paz con Dios y ser su hijo. Entonces uno es sal y luz en este mundo por medio de una vida justa (Mat. 5:13- 7:12). Este es el contenido del Sermón del Monte. (En siete capítulos Mateo ha presentado a Jesús de Nazaret y ha comenzado a convencernos de que este hombre es el Rey, el Mesías que Israel esperaba).

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