Un comentario al libro de Malaquías

Como explica David F. Burt, no sabemos quién es Malaquías, incluso su nombre podría ser un sustantivo que significa “mi mensajero”. Por este motivo, muchos judíos creen que es una profecía anónima. En cualquier caso, Malaquías fue un profeta valiente que según cree la mayoría de eruditos, desarrolló su ministerio tras el exilio en Babilonia. Los repatriados dudan de la bondad de Dios y de su providencia, por lo que malviven pensando, en muchos casos, que no tiene sentido servirle. Las ofrendas son escasas y defectuosas, el pueblo roba a Dios y busca matrimonios mixtos con extranjeras idólatras, siguiendo el ejemplo de los sacerdotes.

Malaquías es el megáfono de Dios para llamar al arrepentimiento a una sociedad que ha perdido el rumbo, ¿al igual que la nuestra?

David F. Burt nos muestra que el rasgo literario más destacado de Malaquías es el uso de lo que podríamos llamar una “argumentación socrática”, para sostener un debate dialéctico con unos supuestos opositores, poniendo en boca de ellos protestas y objeciones como punto de partida, para después dar la respuesta de parte de Dios.

En contra de lo que muchos pensaban, Dios no había abandonado a su pueblo, aunque les hubiese disciplinado. El amor de Dios siempre está presente porque desea su bien. El problema fundamental es que los sacerdotes no son los guías correctos; el estado lamentable a nivel moral y espiritual, se debe en gran parte a su negligencia. Hay grandes fallos en el servicio público de estos, pero, sobre todo, un corazón frío causante de una actitud crítica hacia Dios que alimentaba la desidia y menosprecio del pueblo.

Dios hace preguntas, ¿dónde está mi honra? ¿Dónde está el temor que se me debe? Entregar animales defectuosos para los sacrificios es una muestra de su grado de desprecio. Si la víctima estaba destinada a morir, para ellos no tenía sentido lo que Dios pensara, se trataba de cumplir con normas litúrgicas, sin discernir nada más […].

Era necesario el cambio en la enseñanza de los sacerdotes, cambiar su concepto de lo que Dios es a la luz de su revelación, y tener una relación personal limpia con Dios. El pueblo es invitado a volverse a él para no colocarse voluntariamente en el lugar de la maldición anunciada en Deuteronomio.

Dios no ha cambiado, su pueblo lo hace constantemente, pero no para bien.

Todos los escritos de David Burt son de una tremenda relevancia para el pueblo de Dios, con el fin de hacernos reflexionar sobre nuestros caminos a la luz de la Palabra de Dios.

David Vergara, reseña publicada originalmente en Edificación cristiana.


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