Es con tristeza que me he embarcado en la empresa de leer este libro de Tim Keller pues es, lamentablemente, el último que podremos estudiar del que fuera pastor en Nueva York. Y es que su muerte, hace ya dos años, nos ha privado, entre otras muchas cosas, del placer de poder esperar, ansiosamente, el siguiente libro del autor norteamericano. Podremos releer sus libros como, por otro lado, hacemos constantemente con los de D. M. Lloyd-Jones, José Grau, José María Martínez, J. Packer, Francis Schaeffer o John Stott, pero ya no habrá un nuevo libro de Keller esperándonos. No menciono a estos otros escritores tan solo porque sean mis predilectos entre los más modernos. Me acuerdo de otros como Jonathan Edwards, John Owen, Richard Sibbes o John Flavel entre otros muchos que son igualmente autores selectos para mí. Pero me refiero a los más modernos porque Keller ha entrado ya a formar parte de ese elenco de autores clásicos actuales. Es decir, imprescindibles. Este último libro: Perdonar: ¿Por qué debería perdonar y cómo lo hago? es una prueba irrefutable del carácter pertinente que han adquirido los escritos del que fuera pastor de Nueva York. Es un libro que muestra la extraordinaria madurez que había alcanzado el pensamiento de Tim Keller. Este es el mensaje primordial de la fe cristiana.
El perdón es el corazón del evangelio y muestra el carácter divino.
Perdonar se ocupa de un tema que podemos dar por bien conocido, pero que, en mi opinión, sigue estando envuelto en sombras incluso para aquellos que creen saber lo que es o no perdonar. En primer lugar, y como es marca de la casa, Keller enfoca el tema del perdón desde el evangelio. Esto no nos puede sorprender conociendo la trayectoria del pastor de Nueva York. Esta es su contribución más destacada a la fe evangélica, la de realzar la centralidad del evangelio para toda la vida cristiana y no solo para su comienzo. Pero es que, después de todo lo que se pudiera decir al respecto, el evangelio es, fundamentalmente, un mensaje de perdón por parte de Dios en Cristo hacia su pueblo. Escribiendo a los efesios, Pablo dice del Señor Jesucristo que es Aquel “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”, Efesios 1:7. Del mismo modo instruye a los colosenses: “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”, Colosenses 1:14.

En segundo lugar, Tim Keller recurre a un enfoque teocéntrico a la hora de ocuparse de la cuestión del perdón. La doctrina del perdón implica, indefectiblemente, la realidad de enfrentarse a un Dios que es Santo pero también a un Dios que es Amor. Dice Keller:
En la cruz, Dios satisface tanto la justicia como el amor. Dios fue tan justo y estuvo tan deseoso de juzgar el pecado que Jesús tuvo que morir, pero fue tan amoroso y estuvo tan deseoso de salvarnos que a Jesús le plació morir.
Es en la cruz donde vemos la profundidad de la realidad de la santidad de Dios y de su amor y, según Keller, podemos finalmente entender el pasaje central del Antiguo Testamento, Éxodo 34:5-7: “Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. Comentado este texto, el Everest del Antiguo Testamento, Keller afirma que:
Solo hasta que viene Jesús, logramos ver cómo Dios puede ser completamente justo y perdonador al mismo tiempo
Lo que implica ser perdonados por Dios: debes perdonar.
Perdonar es un libro eminentemente práctico. Keller busca contestar a esta pregunta: ¿qué es realmente perdonar? Si no somos conscientes de lo oneroso de perdonar, (recordemos el carácter del pecado como deuda) de la dificultad de perdonar, entonces, realmente, no entendemos nada del asunto. Con el fin de abordar este escollo, Keller nos provee de abundantes recursos bíblicos para conseguirlo. Al mismo tiempo, muestra las carencias de los enfoques meramente secularistas acerca del perdón. Esta es la definición del perdón que nos proporciona nuestro autor:
Perdonar es primero nombrar la falta con veracidad como algo equivocado y que merece un castigo, en vez de simplemente excusarla. Segundo, es identificarse con el perpetrador como pecador, en vez de pensar que es muy diferente a ti. Es desear su bien. Tercero, es liberar al perpetrador de la obligación al asumir la deuda uno mismo, en vez de buscar venganza y devolver la ofensa. Finalmente, es buscar la reconciliación en vez de romper la relación para siempre. Si omites cualquiera de estas cuatro acciones, no se trata de un perdón real.
Keller señala que el perdón es un acto de la voluntad. Además existe, observa reiteradamente nuestro autor, el deber de perdonar. En este sentido, me encanta la explicación que hace Keller de dos textos aparentemente, antagónicos sobre el perdón, Marcos 11:25: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” y Lucas 17:3, 4: “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: me arrepiento; perdónale”.
Ante la magnitud de lo que implica perdonar, Keller recalca que se necesita la ayuda divina para hacerlo. Por eso es por lo que los apóstoles le piden al Señor ¡que les aumente la fe! Lucas 17:5.
José Moreno Berrocal, reseña publicada originalmente en Edificación cristiana.

