La predicación, una actividad ministerial en asociación con Dios y su misión

Abraham Kuruvilla admite que no hay recetas mágicas para la predicación y confiesa que su conocimiento íntimo de la predicación se relaciona casi exclusivamente con sus propias reflexiones y prácticas. En la cultura popular sería llevar a la práctica el concepto: “Cada maestrillo tiene su librillo”. Por este motivo, tras analizar, escuchar y leer muchos sermones, nos habla de cómo comunicar una perícopa de las Escrituras, es decir, el pasaje bíblico que será predicado. Para tal fin, antes de expresar públicamente el sermón, se hablará de la preparación para la predicación, la hermenéutica o discernimiento de la teología, cómo extraer la aplicación, la forma de crear bosquejos y “ponerle carne al esqueleto”, la manera de ilustrar ideas, cómo trabajar las introducciones y conclusiones y, finalmente, se enfatiza la producción de manuscritos dependiendo del tipo de sermón. La exposición o expresión final también necesitará de consejos para controlar el nerviosismo, y serán de ayuda rutinas previas o inmediatas al sermón.

Este libro considera el logos del sermón o contenido y su phatos, o pasión del orador y la que evoca además en los oyentes. En esto, es importante caminar con Dios, o el estilo de vida del orador con el fin de ser escuchados con obediencia. Así fue exhortado Timoteo en Éfeso para ser ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza (1 Ti. 4:12).

Un predicador espiritual tiene un propósito: glorificar a Dios. Para esto, es necesaria una vida caracterizada por la piedad y la oración, buscar la presencia de Dios en lo que se hace y cultivar la edificación de los oyentes por medio de las Escrituras. Por otro lado, es importante anhelar el poder de Dios, a pesar de ser frágiles, dejando obrar a su Espíritu y reconocer que el resultado depende de él. Por último, el predicador debe tener claro que la alabanza le pertenece enteramente a Dios, y eso implica ser agradecidos (p. 292).

En resumen, tal y como el autor reconoce, hablamos de una actividad ministerial, la predicación, en asociación con Dios y su misión.

David Vergara, reseña publicada originalmente en Edificación cristiana.


Puedes hacerte con Un manual para predicar aquí.

Deja un comentario